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La ciudad más famosa del mundo, la más diversa étnicamente y la más mitificada probablemente sea Nueva York. Es una ciudad que atrae no sólo a los turistas seducidos por los neones de Times Square, el edificio Chrysler, o realizando un peregrinaje al solar de las Torres gemelas, sino también a quienes ansían una vida mejor. Los americanos emigran de otros estados aprovechando las oportunidades profesionales que sólo Nueva York puede ofrecerles o para vivir sin convencionalismos. Para aquellos que llegan de aún más lejos, Nueva York puede significar la posibilidad de mejorar su situación para sí mismos y sus familias. Desde sus inicios, las oleadas de inmigrantes han convertido a Nueva York en una ciudad étnicamente diversa. Recientemente, portorriqueños, chinos, indios y otros muchos han seguido los pasos de los cientos de miles de europeos que llegaron a finales del siglo pasado, enriqueciendo así el patrimonio étnico de la ciudad. Nueva York no sólo transforma la vida de los que viven en ella; también se transforma a sí misma. Los decenios de 1980 y 1990 vivieron un boom en la construcción de oficinas a la vez que, con planes urbanísticos concretos, se logró regenerar barrios como Soho, TriBeCa, Chelsea y Times Square. Por ahora el distrito financiero se recupera con firmeza de los daños del 11 de septiembre.
Roma lo tiene todo: sol en cualquier época del año, gastronomía para todos los gustos y algunas de las mejores piezas artísticas y arquitectónicas del mundo. Es una ciudad de contrastes, en la que el esplendor de la antigüedad convive con la modernidad y el bullicio. En calles estrechas y sinuosas, con edificios de ladrillo conviven con boutiques, ultramarinos familiares, galerías de arte o restaurantes. El centro de Roma se ubica a ambos lados del Tíber (Tevere) y es un lugar de contrastes. Esta capital moderna se estruja en un laberinto de calles antiquísimas en las que se superponen estratos con más de 2.000 años de antigüedad; columnas empotradas en palacios renacentistas o fachadas barrocas añadidas a iglesias románicas, todo ello rodeado de edificios oficiales de corte fascista, de los años 30. Roma no es sólo la sede del gobierno italiano, también es un punto neurálgico de la industria cinematográfica y de la moda.
Para algunas personas las Islas Griegas significan sol y playa, pero encontrarán mucho más en ellas que unos hedonistas días al sol. Los amantes de la historia encontrarán, también, arqueología y arquitectura. Los que busquen tranquilidad descubrirán playas desiertas, incluso en las islas más abarrotadas; los amantes de la naturaleza, orquídeas, mariposas, aves y una abundante fauna marina: delfines, focas y tortugas. Aunque es posible que Grecia no posea una de las grandes cocinas del mundo, pocos placeres hay mayores que sentarse junto a la orilla del mar y saborear el pescado recién capturado, asado en una parrilla con carbón y aderezado con el zumo de un limón. Ese sabor es la esencia de las Islas Griegas.
Las islas se semejan en que todas nos ofrecen el resplandor de aquellos míticos paraísos desiertos aunque más cerca del hogar y con las más actuales infraestructuras.
Pocas naciones pueden rivalizar con los atractivos históricos que las Islas Griegas nos ofrecen.
Guiarama-España-.
Londres es la más antigua de todas las grandes ciudades modernas, con miles de monumentos del pasado, que se ha convertido en un destino turístico lleno de vida y muy solicitado. Es una ciudad tan variada y cosmopolita que ofrece un amplio abanico de oportunidades. Los turistas suelen pasar por las visitas recomendadas a tal velocidad que no captan la esencia de la ciudad. Hay que tomarse las cosas con calma y no intentar verlo todo (es imposible), deteniéndose en aquello que es realmente característico de la ciudad. Durante uno o dos días hay que olvidarse de museos, monumentos y concurridas tiendas del West End y dedicarse a vagar entre los puestos de los mercados callejeros, a pasear por un parque y a saborear una pinta de cerveza en un pub cualquiera. Londres es hoy una ciudad europea, abierta y cosmopolita. Las grandes instituciones como el Museo Británico, La Torre de Londres, los museos de South Kensington y la Royal Opera House se han restaurado o están en proceso de restauración; se han recuperado los antiguos muelles y la orilla sur del río, una zona muy animada hoy en día. Pero los que ya conocieran Londres comprobarán que la ciudad sigue conservando sus características señas de identidad: las placitas tranquilas llenas de hojas; los parques, las innumerables iglesias pequeñas y perfectamente conservadas, los pubs y las tiendas.